Nombre: Mar Nacionalidad: española, andaluza, con rasgos y acento andaluz Edad: decía que 29 años, seguramente será verdad, aunque podría haber dicho menos y hubiese colado
Teléfono: 663767627 Anuncio: [Sólo los usuarios registrados pueden ver los enlaces e imágenes. ]
Fecha del encuentro: 11 de mayo de 2012
Lugar de la experiencia: Sevilla, en un hotel.
Tarifa: 750 euros, toda la noche. Iba a estar 3 horas y me "la quedé" toda la noche.
Valoración: 9,9 (por que poner un 10 me parece excesivo)
Cara: 9 Físico: 9 Francés: SIN Folleteo: 9,5 Implicación: 10 Conversación y compañía: 10 (y le pongo 10 porque no le puedo poner más)
Repetiría: SI
Forma de contacto:
Antes de salir hacia Sevilla, llamé al teléfono del anuncio y me atendió una chica con acento argentino que me dijo que no era Mar, sino una amiga que le atendía las llamadas. Me atendió muy bien y me contó las tarifas, los servicios y cuando le dije que si podría venir Mar a cenar a mi hotel, pero que no sabía a qué hora podría quedar, ya que iba por temas de trabajo, me dijo que sin ningún problema, que hablaría con Mar para que no cenase sin mi.
Cuando me confirmaron el hotel en el que me iba a alojar y a qué hora iba a tener la última reunión, volví a llamar para decir que, como muy tarde, a las once estaría libre y que me gustaría estar tres horas. Me dice que tres horas son 360 euros. Le recalco que lo que busco no es sólo follar, que también, sino una Girlfriend experience. La telefonista me asegura que Mar no me va a defraudar. Como siempre en estos casos, tienes que creértelo y juzgar una vez probado.
También me pregunta la chica del teléfono que si me puede llamar una vez acabado el encuentro para ver cómo había ido, por llevar un control de calidad. Le digo que sí, sin ningún problema, que me llame cuando quiera. Me guardo el número para saber que iba a ser ella. Hace un rato me ha llamado para confirmar que todo ha ido bien. Le he respondido que inmejorable.
Relato de la experiencia:
Quedamos a las once y media a cenar. Ya sé que es tarde, pero no podía antes, por lo que me preparo para estar a la altura, me arreglo como si fuese a una cita con Rihanna y preparo unas velitas aromáticas que iluminen y creen ambiente en la habitación del hotel.
Suenan unos golpes en la puerta de la habitación. Me levanto y abro. Ahí está ella con un vestido corto, de una pieza, entallado en la cintura, marcando curvas sin exagerar, femenino pero elegante, sensual pero discreto. Sólo de verla me quedo prendado. Le miro a los ojos verdosos y me pierdo en ellos, le tomo de la cintura y me acerco a darle dos besos, como si fuera una vieja amiga que hacía tiempo que no veía. Le invito a pasar y que se siente, que pronto traerán la cena. Le digo que si tomamos una copita de champán y me la rechaza elegantemente ya que no bebe antes de cenar. Es un pequeño detalle, pero marca mucho el estilo de una persona.
Durante la cena, charlamos amistosamente de cine, de libros, de música... una conversación muy agradable con una persona con mucha sensibilidad. Le pongo a prueba y no le pillo en un solo renuncio. Hablamos de Las bodas de Fígaro, de Lorca, de Machado, de Bécquer, de la generación del 27... a todo me supo responder con un nivel alto de conocimiento. Otro detalle que me gustó mucho.
Una vez que habíamos terminado de cenar, como me había dicho durante la cena que le gustaban Dire Straits, abro el portátil y pongo música de ese grupo. Al ver mi portátil me dice que ella también tiene un Mac. No puede ser. Esta tía es la mujer perfecta. Está buena, es lista y además, es maquera. Le pregunto que si ahora quería una copita de champán. Me la acepta y le sirvo. Le digo que en su anuncio ponía "Ay mi morena de mi corazón" y "eres linda y hechicera, como el candor de una rosa", que era una cosa que me había llamado mucho la atención y que me había gustado mucho. Le confieso mi admiración por Robert Rodríguez y me contesta que ella también. "¿Has visto Abierto hasta el amanecer?" pregunto pícaro y me responde que sí, con una no menos pícara sonrisa. "Y Tarantino, también te gustará, ¿No?", asiento, "¿Y te gusta alguna escena en concreto de Tarantino en Abierto hasta el amanecer?". El corazón me bombea a tope. Mi polla se pone más recta que un legionario en el desfile del 12 de octubre. No sé qué decir. Balbuceo y le enseño la botella de champán. Me mira con esos ojos grandes, rasgados, verdes, hechiceros de sevillana salerosa y me dice, "¿Te imaginas estar en la Teta enroscada conmigo y una botella de champán?"
Ufffffffff. No puedo más. Mi cara debe ser de más perturbado que el propio Quentin. Le digo que sí, pero no todavía. Si comenzamos el juego ahora no duro ni diez minutos sin correrme. Quizá menos. "¿Pu... pu... puedes quedarte toda la noche?" "Sí, pero espera que llame a la agencia", "No hace falta, que te pago a ti directamente" "No, prefiero que lo sepan". Encima de viciosa lasciva es toda una señora. Le pago y voy a ducharme. Necesito que el agua fría me tranquilice. Dejo la puerta abierta a ver si ella se mete conmigo. No entra, pero escucho que cuando habla con la agencia, me suelta una serie de piropos, no sé si lo que busca es ponerme más a tono, pero lo consigue.
Tras un buen rato bajo el agua fría, salgo de la ducha y le veo que ha improvisado una boa al cuello con los almohadones, ha colocado una silla frente a la cama, me dice que me siente, va al portátil y resulta que ha buscado la canción de Tito y Tarántula en Youtube -antes me había preguntado que si podía mirar "una cosa" en el ordenador y le digo que sí, pero con la cuenta de "invitado", que es donde tengo las presentaciones y cosas que puede ver todo el mundo-. Deja caer su vestido y comienza a venir hacia mi contoneándose como Salma Hayek. Mete su pie en mi boca vierte champán por su pierna. Sigue bailando y yo lamo lo que le queda en el pie y voy lamiendo subiendo por sus muslos. Acaba la canción y le aplaudo mirándola estupefacto.
Tranquilo, chaval, te estás enamorando, me susurra Sabina al oído. Lárgate a Úbeda y dejame en paz, quiero disfrutar yo solito. Sigo besándole las piernas y le separo un poquito el tanga para saborear su rajita. Está húmeda. No sé si está tan cachonda como yo, pero no puede negar que está mojada, lo que me excita todavía más y me dedico unos minutos a lamer y succionar su clítoris.
Cuando paro, baja de la cama y me besa como una quinceañera que acaba de enamorarse en un campamento de verano. Apasionada pero dulce, lasciva pero cariñosa. Como si fuera una novia "de verdad". Mientras tanto, le masturbo, pero no le dejo que me toque, pese a que ella quiere. Cuando ya no puedo más, le dejo que me la chupe. Como el famoso archidonero, no aguanté más que unos pocos compases y, sin babear ni bizquear, lancé mi engrudo vital en esa preciosa cara, que relamí arrastrando con mi lengua hacia su boca el fruto de mi espectacular orgasmo. Nos besamos durante un buen rato.
Recuperada ya mi serenidad, ella se fue al baño a limpiarse y yo le seguí. Le quité el sujetador y el tanga y nos metimos en la ducha. Una vez que el agua nos quitó todo el jabón, dejé la alcachofa sujeta en su soporte y nos volvimos a besar desenfrenadamente hasta que bajé y, sin dejar de caer el agua por su cuerpo, le ejecuté un cunnilingus hasta que prorrumpió en gemidos. Cuando los escuché, mi polla se puso como el cañón de Daoíz.
En esa posición, yo de rodillas y ella de pie, yo excitadísimo y ella recién llegada al orgasmo, le pregunté si tenía ganas de orinar. Me dijo que no mientras me acariciaba dulcemente la cara, pero levantó la pierna, cerré el grifo aprovechando que estaba agachado e hizo un esfuerzo y algo salió. Lo limpié con deseo y volví a abrir el grifo.
Una vez limpios de nuevo, fuimos a la cama y tras unos cuantos besos, nos recreamos en un eterno 69 que aproveché para lamer y dilatar su ano durante un buen rato. Cuando se lo dejé bien preparadito, dejé que me cabalgase un poco con mi polla en su coño, para luego proceder a ponerla a cuatro patas y taladrar su ano impíamente.
Dado que haría no mucho más de una hora que me había corrido, mi explendor viril fue bastante prolongado, lo que me permitió cambiar bastantes veces de posición, unas veces proponía yo la postura, y otras, ella. En uno de esos cambios de postura, me quitó el condón y me hizo una espectacular mamada. Pensé en ese momento que su implicación era máxima, pero realmente lo que buscaba era que dejase de penetrarle el agujero negro y fuese por cauces más ortodoxos. Cuando empecé a percibir que volvían los jadeos, me enajené entrando en una cabalgada salvaje rumbo a la segunda corrida. Acto que ejecuté en esos pechos bonitos y redondos que, pese a que no llevaban sujetador y llevaban un buen trote de sube y baja se mantenían altivos y, según intuí en ese momento, deseosos de ser bañados por un buen chorretón de leche calentita.
Exhausto, tranquilo y ennortado, le pedí que me abrazase para dormir. No me respondió, sino que, sonriente, me abrazó estuvo acariciándome el pelo hasta que me quedé dormido como un niño.
Cuando me desperté, me entró, como es costumbre en mi, la carga de conciencia de haberme gastado un dineral en una tía, y la paranoia de no saber si me habría quitado algo. Miré y ella estaba a mi lado, dormida. Menos mal, pienso yo, no se ha ido. Ví que tenía el portátil en la mesita de la habitación, la cartera seguía intacta y que el portafolios, la maleta y el resto de cosas estaban como las había dejado.
Respiré aliviado. Me duché y me afeité mientras Mar estaba dormida tan profundamente que cuando le quité las sábanas ni se enteró. Pasé el tiempo que me costó fumarme un cigarro mirándola, preciosa, cómo dormía desnuda. Guapa, morenaza de pelo larguísimo, pechos firmes, cintura estrecha y caderas anchas, pero con culo preto.
Mientras la miraba, hice balance de la noche anterior. 750 euros es dinero, pero fueron bien invertidos... aunque se le podían sacar todavía más rendimiento. Llamé al servicio de habitaciones y pedí que me subiesen dos zumos, dos vasos de leche y dos cruasanes a la habitación. No sé qué le gustará desayunar, pero quería tener ese detalle con ella.
Cuando me lo subieron, dejé todo en la mesa y me acerqué a ella para despertarla besando y lamiendo su monte de venus. No sé si estaba despierta, dormida o en fase REM, si fue voluntario, involuntario o instintivo, pero entreabrió las piernas y procedí a dar lengüetazos en su rajita. Se despertó y desayunamos.
Sin darle opción a réplica, no sea que me fuera a decir algo que no quisiera oír, comencé a lamerle las tetas y la llevé a la cama, donde la besé mientras acariciaba un poco su clítoris. Con ella tumbada, me puse el condón y tras levantarle las piernas, procedí a penetrarla en un acto más de gula que de pasión, ya que yo ya iba bastante bien servido después de los dos polvos de la noche anterior. Pero era algo así como cuando después de haber comido bastante te ofrecen un delicioso postre. No se puede desaprovechar. Tal fue el acto de gula que ni siquiera le penetré analmente. Sólo vaginalmente. Finalicé en sus pechos, los cuales masajeé durante unos minutos expandiendo mi amor por su fisionomía. Y nos volvimos a duchar juntos.
Le pedí su teléfono y me dijo que ya lo tenía. Pero no tengo el tuyo personal, apostillé. "Pero sabes cómo localizarme" respondió con una sonrisa. Ya no quise preguntar más.
Ahora estoy aquí, sólo, cuitado en una habitación de un hotel sevillano, feliz tras una velada inolvidable, pero vacío tras despedirme de una auténtica diosa.
¿La recomendaría? Sí. Sin lugar a dudas.
¿Repetiría? Sí, seguro. Y dependiendo como vaya mi viaje por tierras andaluzas, igual no me voy de aquí sin volver a quedar con ella.
Lo mejor: su implicación, su elegancia, su dulzura... en resumen, que más que una escort, parecía una novia.
Lo peor: No tengo ninguna queja. Quizá, y espero que esto no moleste a ningún forero sevillano, su pronunciado acento andaluz y que decía algunos giros lingüísticos que no entendía bien del todo. Pero vamos, que esto no es un defecto, sino una característica.
Última edición por Lupus Lupanar; 12-05-2012 a las 18:05
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