Nombre de guerra: Pamela
Nacionalidad: Latina (colombiana?)
Forma de Contacto: Telefono
Hilo profesionales: ???
Web profesional: ???
Fecha aproximada: Un día de estos
Lugar: Cerca del Corte Ingles de Ramón y Cajal
Instalaciones: Creo que un segundo sin ascensor. Solo vi la habitación
Higiene: Olia bien. No ducha
Precio: tarifas varias: 30 euros x 20 mins. 40 x 30 mins
Edad: .Jovencita, se me da mal, creo que sobre unos 25-28
Cara: latina
Pelo: rubio (teñido)
Cuerpo: delgado
Pecho: pequeño, bien formado
Culo: redondo, duro
Piercings y tattos: no recuerdo verlos
Defectos corporales: no es la más guapa del mundo
Actitud: pasota y fria
Conversación:
prácticamente nula
Besos: Picos y con mucho esfuerzo
Fuma: no lo noté
Francés: lo pedí "con"
Forniqueo: .....
Griego: no pregunté, creo que no
Lo mejor: me cuesta decirlo
Lo peor: .su pasotismo
¿Repetir? no
¿Recomendable? no creo
Valoración global de la experiencia:. para olvidar
Relato: Tras varios intentos, finalmente logro contactarle. Buenas palabras en ese contacto telefónico. Que damos para una hora en concreto y me pidió que le llamara unos 20 minutos antes. Así lo hice y me dice que si en vez de 20 minutos, no puedo esta en 10 porque "tiene cosas que hacer". En este momento el tono era un tanto chungo y aunque mi instinto pueril me decía que lo dejara ahí, decidí seguir adelante. Aparqué y apuré el paso para llegar a la hora acordada. Me recibe con conjunto de tamga y sujetador negro, me gusta su cuerpo menudo, así que me quedo. Me pasa a una habitación y lo único que me deice es "cuanto quieres pagar?" Acordamos el tema monetario, fuera ropa y a tumbarse en un colchón en el suelo, a modo de tatami. Más que masaje: un pasamanos por las piernas y espalda. Me pidió que me diera la vuelta (para mi habían pasado unos cinco minutos) y directa al soldado. Le pedí que me encapuchara, incluso para el francés (manías mías) que lo terminó haciendo sin pena ni gloria. La cosa no pintaba bien, así que decidí cambiar de tercio, ayer si mejoraba, le pedí follar y empezamos con un misionero donde se movía poco, con esfuerzo le robé un par de picos. Aquello pinta cada vez peor, así que decidí finalizar la faena poniéndola en cuatro patas y embistiéndola a saco para correrme. Limpieza final con toallas y para casa con la sensación de que hubiese preferid hacerme una paja y tomarme unas cañas con lo que pagué.