De nuevo con Luccia

Escribo esta experiencia con cierto retraso pero creo conveniente recalcar, una vez más, mi punto de vista.


Nombre: Luccia


Cúando: Hace unas tres semanas.


Forma de contacto: Teléfono. Ya nos conocemos. Lo normal es empezar con los MP aunque reconozco que ese no fue mi caso como ya expliqué en su momento.


Tarifa: 150 la hora y el apartamento lo paga el caballero.



Lugar de contacto: Los decadentemente divertidos y manifiestamente mejorables apartamentos de la plaza de los cubos. Les falta la música de “dabadabadaba” , esa que ponían en las películas de Ornella Mutti con hipódromo al fondo y tíos con bigotes raros y pantalones de campana.


Edad: Alrededor de los 30, pero siendo como es, por mí podrían ser 3.000 que me iba a dar lo mismo.


Aspecto: Extraño el efecto de elegancia con ropa aparentemente sencilla que consigue esta mujer. Vaqueros ceñidos, como acostumbra. Blusa que deja adivinar una formas generosas, cuesta apartar los ojos. Abrigo negro que hacía bastante frío. Guantes de piel negros también, perfectamente encajados, talla a medida.


Físico: A mí me parece Pre-Cio –Sa. Muy guapa para ser terrícola. Uno sesenta y algo cuando se baja de los tacones…otra característica de Luccia, el gusto por los zapatos elegantes que no rimbombantes. Menos mal que no soy fetichista. Sigo. Media melena morena. Los pechos cumplen lo que la blusa prometía aunque con esto ya contaba. Cuerpo bonito según mi criterio. Ahí están unas cuantas horas del gimnasio que jamás debí abandonar… demasiado tarde para estar a su altura.


La nada cruda realidad:



Lo cierto es que me cuesta coger el teléfono. Lo pongo delante de mí y lo miro unos segundos como si estuviera acumulando valor para lanzarme. Al final lo hago, llamo. Al otro lado la voz sensual de la otra vez pero, vaya por dios, me regaña con suavidad por la tardanza. Ya sabéis cómo van estas cosas. Concertamos la cita. Cafetería de la esquina de la Plaza de España con Princesa…el viento, esta vez mucho más frío, aullando allí como de costumbre.


Y como en la ocasión anterior, llegué antes de tiempo. Me pedí el café con leche, “hirviendo por favor” y me apresté a verla entrar por la puerta. Intenté ensayar mis mejores caras de tipo duro y avezado en estas lides para que no me pasase lo de la cita unos meses atrás y se me quedase la cara de mendrugo que, imagino, ella debió ver la primera vez. No lo conseguí. Como entonces, según entró, mi planes de máscara de hierro se vinieron abajo.


Hablamos un rato. Luccia es una gran conversadora y aparte de un deseo sexual, un reto intelectual. Me vence en todos los terrenos…vamos….que me hace sentir como un niño travieso.


Subimos al apartamento, quiero decir, ella sube, yo voy siguiendo su estela y me quedo mudo durante los minutos que empleamos en el traslado.


La ducha. Llamadme raro pero a mi la ducha me gusta solito, no por el hecho en sí, sino porque me gusta esa sensación cuando cruzas la puerta con la toalla en la cintura y te encuentras a Luccia con su conjunto de ropa interior allí plantada con el gesto de “ya estabas tardando”. Entra ella, se asea y vuelve a salir con únicamente la braguitas o como se llame éso.


Luego los besos, todos los besos que cabían en aquel apartamento. Más tarde el intercambio de caricias y oralidades varias. Posturas clásicas después. Me gusta mirarla, me gustan sus movimientos y todo esto mejorado con el mutuo conocimiento de la vez anterior. Aquí la fantasía debe ocupar su merecido lugar.


Y fin. Hice lo que pude pero no por el género masculino. Lo siento, fui egoísta, lo hice por mí mismo. Continuamos hablando. Ella es muy simpática, hasta para llevarte la contraría. A veces usa unas expresiones que me recuerdan a la cornisa cantábrica. Es muy divertida y sí, lo voy a decir, es una bellísima persona.


La recomendaría: Lo estoy haciendo.


Repetiría: Lo he hecho.

Si alguien quiere poner aqui otra forma de contacto que me mande un mp.

Saludos.