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Un sitio mítico: Señora Rius de moral distraída (I)
El titular responde al maravilloso libro en el que se relata la biografía de esta señora, una auténtica institución en la Ciudad Condal. Probablemente la hayais visto alguna vez por la tele, pues la han hecho muchas entrevistas, y siempre se convierte en el centro de atención con sus vestidos de diseño exclusivo, su acento castizo barcelonés, su socarronería y su buen humor. Bien, os adjunto mis experiencias en su casa, por orden cronológico, que ya ha publicado anteriormente en otros foros, sobre todo los más ligados a la capital catalana. Sirvan de guía y acicate por si teneis que ir a Barcelona y os sobra una horita en la que no sabeis qué hacer, o sí, pero temeis preguntar dónde.
(Cita obligada: publicados en su momento en bcnrelax.com) Señora Rius 100 euros la hora Teléfono: 93 430 19 46 / 93 439 63 93 Dirección: La da ella por teléfono, cerca del Hospital Clínico de Barcelona YOLANDA (Marzo de 2009) No era la más joven, ni la más bella, ni la más exótica, pero era, sin duda, toda una mujer que sabía tratar a un hombre… Sí, ya lo sé, empiezo parafraseando a Pérez Reverte y el inicio de sus Alatristes, pero qué queréis, la cabra tira al monte, y además, la descripción se ajusta a la realidad. Pasemos a los hechos: Como ya os anticipaba, el pasado mes de marzo, con ocasión señalada, pasé por mi Barcelona, la otra ciudad de mi alma (que la primera es Madrid, pues es la mi chica patria) y cumplí con mi objetivo de visitar a una dama que es un mito del oficio sobre el que este foro trata. Tras hablar con la señora después de un par de llamadas (pues prudente como es a fuer de ser veterana siempre te hace repetir y asegura la demanda) dejóme otra vez fascinado su persona y su palabra. Pero, en fin, sea como fuere, al fin traté con la dama modo y hora de la cita que incluirá un rato de charla. Y Villarroel arriba al fin alcanzo la casa, saludo cortés al portero que ni la testa levanta, y en llegando estoy al piso que en su libro se detalla con tremenda precisión pues ningún detalle falta. Lydia me recibe atenta, tan afable y educada que doy por bien empleado el viaje y la comanda, pues sólo el recibimiento vale ya una millonada. ¡Qué piso más increíble! ¡Qué pared engalanada con cien mil fotos de cine, y aún así no exagerara que se encuentra según dicen presidida y dominada por “el hombre de su vida” Peck y su intensa mirada! Ya me pasa al saloncito de confidencias y charlas, y aunque con interrupciones, pues aun no llegó Yolanda ya que yo me adelanté, y además, negocio manda, relajados y tranquilos entablamos nuestra plática Mientras tanto, en las paredes, cientos de libros aguardan, rodados por más fotos que mis ojos ya ni abarcan y entre Marilyn y Audrey disfruto de la mirada de una Lydia en juventud que quema según me alcanza. Le pido que me dedique su libro y lo hace encantada, a lo que yo correspondo con la entrega ilusionada de los míos, por supuesto, con página dedicada, y una pequeña cajita de violetas escarchadas, que yo las llamo “Imperiales” por adecuarme a la casa y su excelsa cinefilia. Y cuando más animada está la conversación, una discreta llamada y una suave voz que dice que ya “ha arribat la Yolanda” . Se levanta la señora y me presenta a la dama que me reservó gustosa y cuyo gusto se alaba. Pero antes de seguir ruta otra sorpresa aguardaba y es que, imprudente de mí, comenté que ya llegaba mi muy largo cumpleaños... y me sacan una tarta. Me cantan el “Cumpleaños Feliz” como si en mi casa estuviera celebrándolo, y así, abrazado a Yolanda nos vamos para la alcoba… sin olvidarnos la tarta. Y allí seguimos hablando, y entre los brindis con cava, poco a poco iban cayendo las prendas que ya estorbaban, y los besos a las copas por las bocas se mudaban. Tras una duchita higiénica, pero que me resultó grata, de nuevo nos abrazamos y rodamos por la cama, que al fin y al cabo, por eso era por lo que allí estaba, y así pude disfrutar y hacer gozar a Yolanda, y si no entro en más detalles, es porque la jugada resultó tan familiar, tan natural y tan grata, que de nuevo me sentí tan a gusto como en casa, que ésta es una cualidad que Lydia Rius proclama, aquí se viene a gozar, y “hacerse” a un hombre una dama para nada es deshonroso que es motivo de alegranza. Pero bueno, a lo que iba, yo disfruté con Yolanda de cuerpo firme y moreno y boca que sabe usarla, de entrega alegre y gozosa y técnica depurada, es una de esas mujeres con las que el tiempo no pasa y por eso al terminar, que en la vida todo acaba, no sabes si fue una hora, un minuto o una semana lo que con ella estuviste, sólo sabes que te encanta.. Flotando sobre una nube salí al fin de aquella casa. En esto que al día siguiente, después de una excelsa mañana primaveral y excelente y una comida muy sana entre placer y negocios, llégueme otra vez a la casa aunque con otro propósito, y tras una nueva charla, igualmente deliciosa con la singular madama cerramos un bello acuerdo que, como en Sant Jordi, esta casa tiene a bien regalar libros a los clientes que pasan algunos de los que done tendrán mi firma estampada. Es un honor que me abruma y por supuesto me halaga. Así que si os animáis, y el veintitrés por la Casa decidís dar una vuelta y conocer a unas damas más señoras que otras muchas, y disfrutar de sus galas, puede que tengáis también, de paso, como quien lava, un recuerdo de mi parte, con el que os daré las gracias por tan buena información con la que aquí se regala. Y ya por no ser pesado, y no daros más la lata, aquí termina el romance, Perdonad sus muchas faltas. Coñas en verso aparte, la visita a la señora Rius colmó sobradametne todas mis expectativas, y por supuesto se me hace una visita obligada siempre que vaya a Barcelona y el horario me lo permita (abre sólo de 8 a 20). Sus señoras y señoritas son todas españolas (hay alguna mínima excepción en cuanto a lugar de nacimiento, pero con muchos años viviendo en Barcelona), muchas de ellas catalanas (el bilingüismo es absoluto en la casa), entre 25 y cuarenta y tantos años, atractivas, y con afición por el oficio. Recomiendo vivamente leer el libro de Julián Peiró sobre su vida "La señora Rius, de moral distraída". Por cierto, cerramos el tato y no menos de diez afortunados mortales pasaron el 23 de abril por "Can Rius" y salieron con cierto librito bajo el brazo, je je |
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Etiquetas |
distraída, mítico, moral, rius, senora, sitio |
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