Sara Delicias 662215339

Muy buenas,
hice un i+D con esta chica, y paso a contaros la experiencia.

Nacionalidad: española
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Forma de Contacto: 662215339 y WhatsApp
Hilo de profesionales: creo que no tiene
Fecha aproximada: hace menos de un mes
Lugar: Paseo de las Delicias
Instalaciones: Gabinete con camilla y tatami-colchoneta, pero sin ducha
Higiene: Pues ella estaba limpita y el gabinete también
Precio: 50€ en promoción
Edad: 25 dice ella, y es creíble
Cara: Ni fú ni fa
Pelo: Largo y moreno
Cuerpo: no está gordita, pero tampoco delgada
Tattos: no vi
Actitud: profesional, complaciente y atenta.
Besos: ni me ofreció ni le pedí
Fuma: no lo sé. No me dio el olor
Francés: pues no le pregunté porque no iba buscándolo
Forniqueo: ídem
Griego: ídem
Lo mejor: su disposición para agradar
Lo peor: nada criticable
Repetir: no lo descarto Es muy probable. La verdad salí contento.
Recomendable: Sí lo que buscas un buen masaje, tranquilo y relajante sí
Valoración global de la experiencia: buena

La localizo en pasión.com y contacto sin problemas por wapp; me envía unas fotos que me permiten valorar el percal y fijamos el encuentro. Paseo de Delicias, muy cerca de Atocha. Finca antigua sin portero, recibe en pantalón y camiseta. El piso cuenta con varios gabinetes, pero Sara utiliza siempre el mismo. Con forma de L, cuenta con una camilla y una colchoneta. Dispone de cremas, aparatos y utensilios varios porque es esteticista y ejerce.

Habíamos acordado previamente el tiempo y el precio, así que vamos al grano directamente. No cuenta con ducha (inconveniente importante sobre todo en verano, que llegas acalorado y deseas ducharte antes de; no tan crítico después del masaje pues la crema que emplea es bien absorbida por mi piel).

Me desnudo, se desnuda, me tumbo boca abajo y comienza el masaje por la planta de los pies. Suave, pero no flojo. Le pido un poco más de intensidad, y acierta. La conversación que venía manteniendo la interrumpo para centrarme en los movimientos de sus manos y la presión que ejercen. Se centra primero en una pierna, con movimientos que llegan hasta la ingle y rozan –evidentemente sin querer- los testículos. Finalizada una pierna, continúa con la siguiente. Mismo ritmo, misma intensidad, todo milimétricamente controlado (me dijo que llevaba cuatro años en este negocio, así que práctica no le falta). Me siento a gusto. Cuando acaba con las piernas, se acomoda sobre ellas para empezar a masajear los glúteos. Se toma su tiempo, algo de agradecer. A veces, fruto de la crema que emplea, la mano se le escurre sin querer entre los glúteos hacia la zona perineal, provocando un estremecimiento agradable en quien esto escribe. Terminada esta fase, se inclina sobre ti y te de unos pases de pecho sobre tu espalda, que a mí no me aportaron nada, salvo sentir el contacto de su pubis y la proximidad de sus labios a mi oreja. Seguidamente te pide que te des la vuelta, así que, si queréis masaje en la espalda, se lo tenéis que pedir expresamente.

Boca arriba, se sitúa a tus pies y reanuda el masaje de piernas, pero por delante. Cuando sus manos alcanzan tus muslos, no se detienen, sino que rozan tus testículos y recolocan tu pene, como si quisiera apartarlo. Pero el pene cobra vida propia y se coloca a su antojo, así que en la siguiente pasada ella lo rozará nuevamente para reconducirlo, algo a lo que mi pene opondrá resistencia y dará lugar a sucesivas acometidas por parte de ella. Tras esta “refriega”, mi pene ha adquirido un tamaño y fortaleza que no pasa inadvertido, así que Sara se tumba a tu lado, de costado, y comienza a masajearlo, ya sin miramientos (y lo digo con cariño). Tras un rato, sentía que no iba a hacerme terminar de esa manera, así que le pedí permiso para acariciar su vagina, a lo que accedió sin reparos. Le pregunté si podía comerla y también aceptó, así que me puse manos a la obra. Creo que le gustó, pero vaya usted a saber. Me incorporé para lamerle los pezones, ella me cogió la polla con una mano y comenzó a masturbarse con la otra, lo que me puso muy palote y exploté sobre su abdomen. Me facilitó toallitas húmedas para limpiarme, nos incorporamos, vestimos y charlamos. No me ofreció ducha porque no la tiene, pero no la eché de menos.

La pagué lo convenido, 50€, y nos despedimos. Cuando miré el reloj habían transcurrido 80 minutos desde mi llegada.

Que sigais disfrutando,