Beatriz estudiante de fisioterapia. Tlf. 665154930. Mostoles, alcorcon, fuenlabrada
Recientemente visité a una chica que se anuncia como (copia literal de loquo):
“HOLA ME LLAMO BEATRIZ, SOY ESPAÑOLA, ACABO DE FINALIZAAR MIS ETUDIOS COMO FISIOTERAPEUTA.
REALIZO MASAJES .... TARIFAS DESDE 50 EUROS TLF.665-15-49-30”
Os cuento lo más relevante de mi experiencia que, como intuiréis, no fue nada buena.
Lugar: Fuenlabrada. Aparcamiento: fácil.
Conversación telefónica previa: me respondió rápidamente, me describió los servicios (además de los masajes también incluía francés, sexo completo, posibilidad de repetir) y las tarifas (media hora: creo que 70 euros; una hora: 100 euros).
Yo llamaba porque estaba interesado en un masaje relajante-erótico y me dijo que sin problemas. Le comenté que en media hora podía estar allí (sobre las 16:45), pero ella tenía otro cliente a las 17:00 horas. Cuando le dije que yo no podía esperar, rápidamente cambió de opinión y me dijo literalmente: “No importa, como me pareces un tipo serio y de la otra cita no me fío, te espero a ti. Cuando llegues, llama al portero automático 2 veces para que sepa que eres tú”. Primer indicio de que eso no iba a ir bien: informalidad por su parte. Si se queda con alguien, no se puede coger a otra persona. De hecho, sobre las 17:00 horas, cuando yo estaba con ella, pude oír como el teléfono sonaba repetidas veces. ¿La otra persona con la que había quedado o pura casualidad? En cualquier caso, la conclusión es la misma: INFORMALIDAD.
Continúo con la historia. Cuando llegué a la casa y me abrieron la puerta, todo estaba muy oscuro, con lo que no pude ver bien la cara de la chica. Se dio la vuelta y me indicó que la siguiera (tenía un pareo ligeramente por encima de la cintura y no tenía mala pinta). Me llevó a una habitación aún más oscura, puso el aire acondicionado porque hacía mucho calor (en julio y a esas horas, ya se sabe). Yo seguía sin poder verla bien porque la luz era muy tenue y yo venía deslumbrado del sol de la calle. Me pidió que me duchase y de vuelta a la habitación, me tumbé boca abajo en la camilla. Comenzó con un masaje en la espalda con aceite mientras yo aprovechaba para tocarle las piernas y el culo (después de pedirle permiso, claro). Así durante unos 10 minutos. Pasado ese tiempo, me doy la vuelta y por primera vez tengo una imagen clara de la chica. No es ni de lejos la que aparece en el anuncio: de cara, normal tirando a mal (yo diría que de expresión y aspecto vulgar y nada elegante), barriguita prominente (se había quitado el pareo y las carnes se había “liberado”), tetas (umm, tetas más que aceptables). Esto son apreciaciones totalmente subjetivas, son exclusivamente las mías (tanto las positivas como las negativas). Se admiten críticas; mi opinión es estrictamente personal.
Como ya había pagado (me pidió el dinero antes de que me fuese a la ducha -100 euros/una hora-) y no había marcha atrás (si le hubiera visto bien la cara y el cuerpo, me habría ido de inmediato), me dije: pues a disfrutar de esas tetas, a cerrar los ojos y a dejar que sus manos jueguen con mi “amiguito” que estaba en posición. Le empiezo a comer las tetas y a tocarlas con cariño. Os aseguro que lo hacía de forma suave, pero cuando jugaba con sus pezones, me cogía la mano para que abarcase todo el pecho en lugar de los pezones. Y lo hacía sin parar; ponía la excusa de que apretaba mucho. Os aseguro que nada más lejos de la realidad. Después de que jugase 5 minutos con mi “amiguito”, le propuse: ¿un francés? Sin problemas. Me colocó un preservativo y a la faena. Como lo hacía con total desgana, a los 2 minutos cambié de opinión y le pedí una cubana. Ante mi asombro, tomó la iniciativa de quitarme el preservativo y al lío. ¿Al lío? Jajaja, lo único que hacía era fingir una cubana porque allí lo único que había era una paja común. En su favor tengo que decir que estaba de pie junto a la camilla y supongo que la posición no era la más cómoda del mundo y eso dificultaba la “operación”. Como la cosa iba mal, le pedí que se tumbara ella y que yo me subía encima en una posición más adecuada para poder disfrutar de una buena cubana. Trató de pararme con la excusa de que nos podíamos caer. ¿Qué nos podíamos caer? En todo caso, me caería yo, porque ella estaba con el cuerpo totalmente dentro de la camilla. Como fui rápido, me coloqué de la forma adecuada con mi amiguito entre sus pechos. A partir de ahí, ella no se movió prácticamente nada y tuve que ser yo el que tomase las riendas. Resultado: pues que yo disfruté, pero hubo un pequeño accidente con su pelo y mi explosión –espero que el moderador no entienda ofensivo este comentario- a lo que ella gritó: “Qué asco, por Dios. Qué asco”. Yo entiendo que no es lo más agradable del mundo, pero es lo que suele pasar en estos casos y realmente lo del pelo fue un accidente. Además, le pedí perdón. Se levantó y comenzó a limpiarse –cosa normal- y repitió por segunda vez las famosas palabras: “Qué asco”. En ese momento, por mi cabeza pasaron las siguientes ideas: “chica con mal cuerpo, con barriguita y lorzas, no demasiado agraciada, sin clase ninguna, con implicación nula, diciendo “qué asco”, informal,…” y me planté. Hasta ahí habíamos llegado.
Dude entre callarme o irme a la ducha. Opté por esto último a pesar de que ella me comentó que no necesitaba la ducha porque no llevaba mucha grasa en la espalda. Eso lo decidiré yo, Bea. Y me pegué una buena ducha con abundante jabón. Por cierto, la ventana del baño estaba abierta y daba a un patio o similar –no sé si privado de la casa o no- en el que podía estar paseando cualquiera.
Cuando terminé, regresé a la habitación y le expresé todas mis quejas. Le pedí que, como sólo había estado media hora, sería un detalle por su parte que me devolviera 30 euros. A esas alturas como ella no había tenido ningún reparo en prestar un servicio de esa forma –y haber puesto un anuncio falso, por lo menos en lo que a las fotos se refiere- ¿por qué iba a tener que tenerla yo y pagar una hora cuando sólo había “disfrutado” media? Se puso un tanto alterada y como preferí no discutir, cogí la puerta y me marché. Muchos de vosotros podrá decirme: “Jóder, tío, si pagas una hora y eres tú el que no quiere estar todo el tiempo, la culpa es tuya y tienes que aguantarte”. Y yo respondo: “Cierto, pero yo fui a que me prestaran un servicio después de haber visto las fotos de un anuncio, que resultaron falsas. Es como si me quiero comerme una sandía, me pasan a una habitación con mala iluminación llena de melones, me abren uno y cuando lo he mordido y me doy cuenta de que no es una sandía, me dicen: “Ey, se siente, ya has comido, ahora tienes que pagar”. En este caso, aquí el “melón” he sido yo. En cualquier caso, esto último da igual. Lo que quiero dejar bien claro es el mal servicio y las “falsedades” de la chica en cuestión y si este relato le sirve a alguien, mi objetivo estará cumplido. Yo lo hubiera agradecido. Lo del dinero se puede quedar en pura anécdota.
Último detalle: antes de irme, estiró la toalla de la camilla que había utilizado conmigo y pensé: “Ala, el próximo que venga repetirá juego de toalla. Y es más que posible que a mí me haya pasado lo mismo”. ¿La cambiaría después? ¿Quién sabe? Yo lo dudo, pero es mi opinión personal.
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09-07-2010, 12:51
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