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#1
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Esta vez será distinta.
Camino hacia mi cita, conozco el hotel y a la persona que allí me espera. Hace tiempo que nos vemos. Es un hombre amable, atento y entregado. Me complace y yo sé como “encenderle”.
Desde que nos conocemos hemos conversado largos ratos. Sabe cómo preparo cada una de mis citas, todas son diferentes, todos son especiales. Hablo y escucho, me dejo preguntar y contesto. In tuyo, consulto y “tomo nota”. Deseo complacer, intento sorprender, a veces lo consigo… Nuestros encuentros son prolongados, sin prisas, discurren con naturalidad, nada premeditado, nos dejamos llevar, todo fluye. Suele ser él quien me espera y engaña el tiempo en la ducha. Al llegar conversamos, tonteamos como dos novios que comienzan, luego llegan los besos y se deja seducir: palabras, caricias, más besos, insinuaciones. El tiempo corre, pero no cuenta. Aparece la curiosidad, el morbo. Ahora toca tomarse tiempo, hay que desenvolver el regalo, siempre con cuidado, sin prisas. Pregunta cada día que me he puesto, pero no espera respuesta. Yo le respondo: “es sólo para tus ojos…” Nunca pide nada concreto pero yo busco interpretar sus palabras, sus deseos, convertirlos en colores, en texturas, en prendas… Me dejo observar y tocar. Quiero que me huela y me escuche. Me muevo despacio, coqueta, siguiendo las leves indicaciones de sus manos, de sus ojos, y le miro. Le miro intentando apreciar su respuesta a mi presente, sorpresa, aprobación, agradecimiento, deseo. La lujuria comienza a desperezarse y el deseo aflora a la punta de sus dedos y se posa en mi piel, cubriéndome. Los besos se vuelven más apasionados, más largos y profundos. Los labios calientes y húmedos de ambos exploran rincones ocultos o pasean por lugares conocidos. Nada está a salvo de ser tocado, lamido, besado, mordido. El juego ha comenzado, cada uno deberá luchar por conquistar o ceder al dominio, sin prisa, sin tregua. Hay tiempo para todo. La ternura y la pasión se disputan el tiempo. Asaltar y conquistar para después rendirse y claudicar a los besos más profundos que obligan a entregar como prenda el néctar contenido. Como digo…todo fluye Después los cuerpos exigen más contacto. Me enloquece sentir su peso sobre mi cuerpo, el vaivén de sus caderas. O encontrar su pecho apoyado en mi espalda, mientras los brazos rodean mi cintura o abrazan mis caderas y su respiración agitada resuena en mis oídos, junto a mi cuello. Él lo sabe y me busca. Me sujeta con firmeza cuando “bailo” sobre su cuerpo. A veces marca la pauta, otras sigue mi cadencia. Experimentamos una y otra vez hasta caer rendidos, exhaustos. Entonces el uno junto al otro, abrazados, aparece la dulzura, la ternura, las atenciones, las risas. Deseo cubrirle de besos y agradecerle su dedicación, es muy receptivo y responde con la misma intensidad con que le llegan. La tarde acaba, los juegos en el agua y como dos amigos en una tarde de piscina nos secamos mutuamente. Nos vestimos, besos de despedida, promesas de próximos encuentros, deseos de bienestar. Sale de la habitación, yo siempre me quedo unos minutos para recoger despacio. El sabor de su cuerpo permanece en mi boca. Estoy llegando al Hotel, la llamada obligada para conocer el número de la habitación. Un buenas tardes al aire al cruzar la recepción. Ascensor, piso 8. Cuando se cierran las puertas me digo “esta vez será distinta, tendrá que confiar en mí…” Hoy quiero que disfrute de los cinco sentidos, de todos y cada uno antes de poseerme. Tendrá que saber esperar paladeando cada uno de ellos. Pero luego todas las sensaciones se multiplicarán y el placer nos desbordará sin control, como un llino. Se abre la puerta, el pasillo es largo y está vacío. Es la última puerta. Camino ligera, la imaginación agitada. Al fin y al cabo siempre le dije que había conseguido excitar mi órgano sexual más activo: el cerebro. Una máquina de vapor antigua a la que hay que subir la presión echando constantemente carbón en la caldera, pero que una vez que se pone en marcha es difícil de parar. Me detengo frente a la puerta 827, toco con los nudillos y sonrío. Hoy será diferente, pero sé que le va a gustar… |
#2
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No estoy detras de la puerta 827 pero sin duda espero con hambrienta avidez ...ese regalo....magnifico relato....
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#3
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Que perfecta combinación de sensaciones: no saber lo que te espera y saber que puedes esperarlo todo.
¡Ay! (suspirito), me gustan los amantes como el que describes y tu disposición a sorprender. |
#4
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Cita:
Laura, que puedo decir... Saber que he conseguido minimamente despertar tu interés con uno de mis relatos me deja sin palabras. Tu que me enredas en tus Crónicas y me transportas a otros tiempos de sensaciones por descubrir y besos que recordar. Gracias, es un verdadero placer recibir tu apoyo |
#5
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Cita:
Sabes que esa posibilidad está en tu mano, la puerta 827 está reservada para aquellos que no teman sentir, experimentar, vivir, descubrir, complacer, disfrutar, entregarse... sin restricciones, sin condiciones. Espero que mis nudillos golpeen suavemente la puerta tras la que me esperas solícito y complaciente. Gracias por tu tiempo y tus palabras |
#6
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sin artificios has dejado muy claro el nivel de complicidad en vuestra relación...muy lindo. Creo que contigo puedo congeniar...es cuestión de un par de encuentros, para vencer los primeros temores y curiosidades.
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#7
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Cita:
Me alegra que lo sientas así, sin artificios, pero los temores y las curiosidades no necesitan vencerse sino compartirse. La complicidad, sin embargo, resulta sencilla de encontrar cuando los amantes deciden explorarse y descubrirse, regalarse caricias, derrochar pasiones, disfrutar del tiempo por compartir... No olvides que te espero tras la puerta 827. |
#8
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Coincidirás conmigo que el primer encuentro con un desconocido(a), encierra parte de misterio, unas gotas de curiosidad...
si por compartir...pero en fondo curiosidad sana. A veces es complicado desnudar el alma hasta que no se genera una cierta confianza, un terreno común por compartir. Coincido contigo que compartir todo ésto ayuda a generar un ambiente, cálido y propicio para que se desaten miradas, caricias y besos... lo demás nos llevará hasta donde tú y yo deseemos. |
#9
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Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí.
En la fantasía que ahora entreveo el maduro y desencantado putero elige su último cartucho en un foro de Internet. Y, por primera vez en toda su vida, se ha desentendido de las fotos colgadas y de las opiniones y de los aplausos de los foreros más asiduos y expertos. La escritura, se dice, sólo la escritura. El respeto a la sintaxis, el orden en la exposición de las ideas, la congruencia del discurso, la buena ortografía. Extinguida ya (tras múltiples fracasos y bastante dinero) la quimera de reconstruir y vivir las escenas del cine porno que inspiraban sus masturbaciones (tacones, posturas, artilugios, vestidos, palabras, etc.) ahora le obsesionaba un arrebato que casi le parecía ajeno: la prosa, sólo la prosa.
Eligió la buena redacción, la calidad de página, y se encontró con una prostituta madura, guapa y escéptica, con una mujer que manejaba una pequeña clientela propia y unas finanzas saneadas, que parecía haber conseguido vencer la amargura y el asco de tantos clientes merecedores del olvido. Sabia y hospitalaria, buena conversadora (aunque intermitente) generosa con su tiempo y maestra condescendiente para el sexo que ya no puede ser atlético, los años pesan, y tiene que hacerse refinado, caprichoso, personal, estético. El putero maduro bebía su glenrothes, pensaba en ella y sonreía. Le hubiera gustado poder volver a fumar, para que todo fuera perfecto. Un ruido le despertó. El ordenador, medio encendido, era lo único que seguía allí. |
#10
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cuanta razón...
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#11
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Elemental watsonCita:
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#12
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Diez minutos
Diez minutos todavía. Venga reloj, vamos, corre más deprisa. ¿Estará el champán frío?, claro que está frío, te lo acaban de traer y lo has mirado ya cuatro veces. Y que las copas estén brillantes, y que las cortinas no dejen pasar mucha luz, y que la música no esté muy alta, y que las toallas del baño estén al alcance. Todo mirado y comprobado. Espero que le guste la bata que le he comprado. Siete minutos aún para ponérsela y acariciarla. Pero antes le pediré que me deje ponerle un antifaz en los ojos, eso no se lo espera, no, que sorpresa se llevará. Luego la abrazaré por la espalda y acariciaré su pecho y su cadera bajo la seda suave. ¿Llevará hoy el perfume que le traje la última vez? Quiero oler y besar su cuello. Cinco, cinco, cinco minutos. No le gusta el olor a tabaco, llevo todo el mes sin fumar, ahora me fumaría un cigarrillo, pero no, aguanta muchacho, ya queda menos, le gustará que no ya no fumes y no huelas. Oigo pasos por el pasillo, no, no es ella, han pasado de largo. ¿Vendrá hoy con el body negro?, ojalá. ¿Y sus labios pintados de rojo intenso?. ¿Y su pelo suelto o recogido?, cómo me gusta verla cuando se lo suelta, cuando mueve la cabeza para soltárselo. ¿Y el antifaz?, ¿dónde está?, está aquí, bien, en el bolsillo donde lo dejaste, tonto, ¿dónde iba a estar? Pareces un niño esperando los regalos de su cumpleaños. Tres minutos, sólo tres minutos. Ella es puntual, nunca se retrasa. Ya, llama a la puerta, es ella, espera, no corras, si ya está aquí. Pon la música, espera a que suene. Sí, esta es su canción, le gusta. Ahora ya puedes abrir.
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#13
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Un magnífico texto Alma L.
He leído en el foro algunos comentarios sobre ti y me gustaría saber como contactar contigo.Dime como podemos ponernos en contacto. Un beso heinkel |
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distinta, esta, será, vez |
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