Mi caso.
Hace unos años conocí una mujer, con dinero por medio, la cual estaba pasando una muy mala racha y no le quedó otra que dedicarse a ello.
Me enamoré de ella en el más amplio sentido de la frase, y como se suele decir, como un tonto. De su forma de ser, de su coraje, de su risa, de su pelo sobre su cara, de su todo. En cuanto al sexo, ni he tenido nada parecido, ni lo tengo, y a mi edad, peinando canas en los 50 ni tendré en el resto de vida que me quede.
Pero lo tenía todo en mi contra, la diferencia de edad, por encima de los 15 años, mi situación de casado y con responsabilidades, hasta la distancia no ayudaba. La cabeza me daba mil vueltas. Al principio, ella me dijo que no me atormentase, que "carpe diem", que disfrutase y me dejase llevar, que ya veríamos. Durante meses, pasábamos tardes enteras juntos follando y hablando de la divino y lo humano. A veces tenía que poner las excusas más estúpidas en casa para poder verla.
Un día, el whataspp, esa arma de destrucción masiva, me jugó una mala pasada aunque no definitiva ya que los mensajes no eran explícitos, pero las mujeres tienen un sexto sentido para esto.
Me vi en la tesitura de irme con ella, esta vez me abrió esa puerta pero creo que se sentía responsable, o bien recular, seguir negando la mayor aprovechando que en ese momento las circunstancias familiares no eran las más idóneas para la separación por razones que no vienen al caso. En parte creo que fue más el sentimiento de culpabilidad y cobardía, miedo al abismo, pero de ambos, mi pareja y yo. Opté por lo segundo permanecer con ella.
No pasa un día, en que me pregunte que hubiese pasado si hubiese cortado por lo sano. Hoy mi matrimonio es todo fachada aunque era algo que se veía venir de antes, mi refugio es mi trabajo y los viajes y/o comidas que hago gracias a él. Volver a casa muchas veces se me hace cuesta arriba.
Y todos los días, 6 años después, no pasa uno, sea un minuto o sean diez, sin que me acuerde de la digamos amante, ya que hoy en día ya rehizo su vida, cosa que me alegra muchísimo ya que se lo merecía. Cuando estoy parado ante un semáforo, cuando me pongo a ver por la ventana de mi despacho, cuando.... Sigo enamorado y lo que hace el tiempo es ir mitigando ese sentimiento pero que no va a desaparecer nunca. Lo peor es tragarlo para dentro.
¿Me arrepiento? Casi todos los días. Pero en la vida uno tiene que asumir las consecuencias de sus decisiones. Probablemente para ella creo que la decisión que tomé fue acertada, estoy convencido de ello. A veces pienso como sería el momento en que me presentase a sus padres cuya diferencia de edad conmigo apenas era de 5 o 6 años. O sus hermanos con parejas acordes a su edad. Además, ahora pienso que es feliz, consiguió alguna de sus metas, tiene trabajo... en fin, que no hay mal que por bien no venga, y que le vayan bien las cosas me hace sentir bien. Y, en mi caso, pues apechugar.
Haya dinero por medio o no, todos somos seres humanos, y nunca sabes donde la tienes. Y lo que digan los demás que os la traiga al pairo.